jueves, 13 de agosto de 2009

LEYENDA DEL PEÑÓN DE URIBE

Existía en la esquina de la Plaza Santa Luisa de Marillac, lindando con la calle baja de Santo Domingo, una gran piedra irregular donde los vecinos se sentaban a charlar animosamente. Permaneció allí hasta el final de la década de los 70 del siglo XX. Según la leyenda en su versión más popular narrada por las vecinas de este barrio, cuenta que un hijo llevaba a su padre a cuestas camino del asilo y lo sentó en el Peñón de Uribe para descansar; el padre se puso a llorar y el hijo le preguntó: ¿por qué lloras? y respondió: es que recuerdo cuando yo era joven e hice lo mismo con mi padre. El hijo, emocionado, abrazó a su padre y de nuevo regresó con él a su casa.

Que el hijo no tuviese sitio en la casa porque se iba a casar, que la nuera no quisiese tener al suegro o que el hijo no lo dejase en el asilo para que luego no le dejaran a él es otra historia.

Este lugar era el dedicado a los sacrificios de la diosa madre en el Jaén neolítico, o el del sacrificio del rey sagrado. También se exhibian alli a los ajusticiados empalados durante la Edad Media, para escarmiento público.

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